GAstrA pesar de su popularidad actual y su frecuente asociación con la generación millennial, el rosado no es un fenómeno «nuevo». De hecho, se cree que algunos de los primeros vinos que se hicieron fueron en realidad rosados.
Excelente compañero de todo tipo de gastronomía, el rosado puede ser una bebida ligera y refrescante a la vez que compleja y sustancial en el cuerpo. Destacando por ser uno de los vinos más versátiles que existen, es un producto relativamente fácil de suministrar que puede elaborarse con cualquier tipo de uva (aunque las más utilizadas son garnacha y syrah) y requiere muy poco envejecimiento.
En la última década, los rosados pálidos han sido testigos de un increíble aumento de popularidad y poco a poco van abriéndose camino en el sector.
Aunque algunos de los mejores rosados del mundo provienen del sur de Francia, hay una impresionante cantidad de rosados expresivos e interesantes que emergen de regiones vitivinícolas de todo el mundo. Por lo general, se lanza en primavera y a menudo se agota en otoño o invierno, lo que le da una sensación más estacional. No obstante, dado al aumento de la producción, es cada vez más fácil encontrarlo durante todo el año.
Resulta especialmente interesante considerarlo para celebraciones, ya que una buena referencia puede ser de lo más accesible, es más amigable con las manchas y al ser más bajo en alcohol permite poder disfrutarlo durante un período prolongado de tiempo.
Alegre y divertida, esta variedad ha conquistado los paladares más jóvenes por ser muy fácil de beber y por su atractiva tonalidad. Es el vino de una noche de verano, de una copa entre amigos o de un improvisado brunch.
Además encaja casi a cualquier hora, pero como buenos amantes del vino, sabemos que para degustar una copa cualquier momento es bueno, ¿verdad?